"No se si exista un siempre, pero si existe y llega, espero que nos encuentre juntos"

miércoles, 30 de julio de 2008

Reescribiendome 3


El lugar era el de siempre, la mesa escogida habrá presenciado más de una vez el encuentro de aquellos dos, que esa mañana se reencontraban, gozando del favor del universo, en una mañana de sábado soleada y agradable. A la cita no acudieron ni las reseñas de los logros profesionales, ni las crónicas de los días pesados de trabajo, tan sólo una ella y un él. La intención de un beso, se mantuvo en todo momento flotando en el aire. La disposición de las sillas y de los cuerpos, bastaban para comprobarlo, pero quizá algo más que un recuerdo no permitió que ocurriera en aquel momento.

- Oye Mariana y cuéntame eso que me decías anoche del Alsace, ¿qué pasó?
- Nada… simplemente que cuando llegué al lugar me sorprendió que me parecía muy familiar… demasiado de hecho, y no sé porqué me dio la impresión de haberlo visitado contigo, pero obviamente no fue así.
- Es curioso, a mi me pasó básicamente lo mismo en un lugar en la Condesa.
- ¿Qué lugar?
- No recuerdo el nombre… está enfrente de otro que se llama la “Buena Tierra”
- Debe de ser el “Mama Rosas”, es un lugar muy rico y la atención es buena, suelo ir muy seguido a ese lugar… De hecho la semana pasada que fui me acordé mucho de ti.
- ¿En serio?
- Sí, ordené lassagna y me acordé de cuanto de gusta.
- Ahora que lo mencionas, hace poco fui al Alsace y también sin querer veniste a mi mente, me acordé de ti y de cuanto te encanta el creme brulle.


De pronto, sin decir nada más, para los dos habían quedado claras sus experiencias. Cada uno sentía como familiar el lugar en el que el otro le había recordado, y fue bastante para que los dos calmaran el miedo que habían sentido ante semejante Dejá vu.


Después del almuerzo, Mariana y Ricardo, sentían la necesidad de prolongar ese encuentro por más tiempo. La vida suele a veces separarnos sin previo aviso, y no sabemos si un encuentro sea el último hasta después de mucho tiempo. Por esto, caminaron por varias horas en los parques de Polanco. Pararon en una pequeña tienda de delicatesen, compraron un par de botellas de vino tinto, de Pinot Noir, un par de baguetes, quesos y carnes frías y volvieron al departamento de Ricardo.




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