"No se si exista un siempre, pero si existe y llega, espero que nos encuentre juntos"

martes, 9 de noviembre de 2010

Medias Dosis de Verdad (Primer Intento)

Primer Acto
Escena 1
Interior departamento René

(René tras la barra de la cocina preparando de cenar, vestido de pants. Mesa puesta con dos lugares, velas. De fondo suena Barry White)

Timbre de puerta

Entra por la izquierda (puerta del departamento) Horacio, el mayordomo, seguido de Martha.

Horacio: Señor lo busca la Señora
(René camina de la cocina a recibir a Martha)
René (besando a Martha en la mejilla): Hola “cariño”
Martha (dirigiéndose a René): Huele delicioso “cariño”, ¿qué estás preparando?
René: Dile que estamos preparando Lacho
Horacio (dirigiéndose a Martha): El viaje de la señora a Barcelona a visitar a su tía artrítica, acompañado por una pasta Don René a la bolognessa, costillas de cordero en salsa de cerezas y menta con puré de manzanas, un excelente Chateau Camou y de postre (señalando con la mano a René) el patrón y un brownie con helado de vainilla…
Martha (camina hacia René): ¿En verdad piensas seguir con ésta farsa René?
René: No si te quedas. Por cierto “cariño”, ¿en qué puedo servirte?
Martha: Vine sólo por unos zapatos, mi vestido Chanel negro y mi abrigo. No te apures, no tengo intención de estropearte el menú, tengo una cita y ya voy tarde. (Martha va hacia la habitación, sale de escena. Desde la habitación) Y puedo arriesgarme a preguntar ¿quién es esta noche?
René (desde atrás de la barra de la cocina mientras sigue preparando la cena): Nadie en especial “cariño”, una chica que conocí hace poco en el super.
Horacio: No diga eso señor, la señorita Edith ¿nadie en especial?... con ese cuerpecitooo… esa boquitaaa… esas piernitaaas… esa vocecita de mmm…
René: Síguele Lacho y te vas a ir a dormir temprano…
Horacio: No señor, no me haga eso. Le prometo no abrir la boca en toda la noche.
Martha (desde habitación) y René al unísono: Lo veo difícil. (risas)
(Sale Martha de la habitación cargando ganchos con su ropa, René le ayuda y entrega los ganchos a Horacio para que los cargue)
Martha: Bueno “cariño” me retiro, te dejo con tu cena. (Camina hacia la puerta detrás de Horacio, se detiene y se dirige a René, lo besa en la mejilla) Y por favor deja de enfermar a mi familia para tus mentiras.
René: Pero si ni siquiera tienes una tía en Barcelona, además tu familia te enferma a ti, ¿qué tiene de malo que los enferme de mentiritas?, y la tía que enfermé fue tu tía Esther.
Martha: (risas) Como sea, no es correcto. Es malo para el karma. ¿Cuándo se supone que regreso?
Horacio: Por lo menos mañana después del medio día, porque ya sabe como es el señor que le gusta despertar tarde el fin de semana, y después su desayuno, y…
René: Van dos Lacho, otra y te vas a dormir.
Horacio: No señor, de veritas, de veritas que no va a escuchar otra palabra mía.
René: Eso espero. (Besa en la mejilla a Martha) Disculpa que te corra, pero me tengo todavía que bañar y arreglar.
Martha: No te apures. Buenas noches. (Sale Martha de escena)
René: Buenas noches “cariño”… Me saludas a tu tía Esther. (Cierra la puerta del departamento)
(René vuelve al centro del escenario)
René: Lacho…
Horacio: Dígame señor…
René: Prepárame el baño, y saca mi traje de combate.
Horacio: ¿De ataque o de reconocimiento señor?
René: De ataque Lacho
Horacio: ¿Hugo o Ermenegildo, señor? (Va Horacio a la habitación. Sale Horacio de escena)
René: Ermenegildo Lacho, Ermenegildo. Esta noche va a ser memorable Lacho.
(Se escucha ruido de agua de tina desde la habitación, puertas de closet y cajones, René prueba la comida, agrega un poco de pimienta)
Horacio (desde interior de habitación): ¿Camisa azul o blanca, señor?
René: Blanca Lacho, y los calcetines que me regalo mi mamá.
Horacio (sale de habitación, entra a escena): Lo anticipé así señor. Pensamos igual.
René: No digas nunca eso Lacho, no se te vuelva a ocurrir pensar como yo.
Horacio: Disculpe usted señor.
René: Que no vuelva a ocurrir Lacho. Por tu propio bien, créeme que no quieres pensar como yo.
Horacio: ¿No señor?
René: No Lacho, no. ¿Ya está listo mi baño?
Horacio. Listo, señor.
René: ¿Pusiste las sales de lavanda para que me relaje?
Horacio: Tal como me enseño, señor.
René: ¿Mi patito de hule?
Horacio: Nadando, nadando, como me enseño, señor.
René: Bien. Voy, me baño y regreso. Quedas a cargo Lacho. Cuida la salsa que no se pase, y pon a enfriar el vino.
(René entra a su habitación, sale de escena. Horacio se pone el mandil y cuida la cena detrás de la barra de la cocina, prueba la salsa, hace cara de desagrado y le agrega un poco de sal, más pimienta y agrega unas hierbas de olor)
Horacio: Oiga señor, y ¿hoy si van a cenar o va a dejar la cena como siempre?
René: No me culpes a mi Lacho. La vida es incierta, por eso ellas prefieren comer el postre primero.
Horacio: Sabio maestro. (Sale René de la habitación arreglado, Horacio se acerca a él para arreglarle el cuello de la camisa) Señor, y ¿cree que algún día pueda llegar a ser como usted?
René: ¿Has hecho lo que te dije?
Horacio: Al pie de la letra señor. Ya pensé cómo invertir todo lo que me debe en mi imagen. Y lo primero que haré será cambiarme el nombre y comprarme un par de zapatos Gamoferra.
(Suena el timbre de la puerta)
René: Ferragamo Lacho, Ferragamo.
Horacio: Y unos de esos también señor.
(René se sienta en la sala y Horacio se sienta en un sillón cercano)
Horacio: Y también estaba pensando en comprarle un traje a Don Ermenegildo, o al señor Hugo (vuelve a sonar el timbre de la puerta)
René: Lacho…
Horacio: Dígame señor, ¿Qué me aconseja?
René: Que abras la puerta!!!
(Horacio se apresura a ponerse de pie y a ir a abrir la puerta)
(Entra Horacio y atrás Edith, René se pone de pie y va al encuentro)
Horacio: Señor, la señorita Edith
René: Gracias Horacio. Hola Edith.
Edith. Hola René (se dan un beso)
René: Horacio toma el abrigo de la señorita y por favor mete las costillitas al horno.
Horacio: En seguida señor. (Dirigiéndose a Edith para tomar su abrigo) ¿Me permite señorita?
Edith: Gracias Horacio, es usted muy amable.
Horacio: ¿Sirvo el vino señor?
René (dirigiéndose a Edith): ¿Gustas un poco de vino?
Edith: Te acepto de momento un vaso de agua, espero no te moleste, es que vengo un poco acelerada. Anduve todo el día a las carreras y pensé que iba a llegar tarde y… (René pone su dedo índice en la boca de ella)
René: No te preocupes, no tienes que dar ninguna explicación. (Dirigiéndose a Horacio) Horacio un vaso de agua para la señorita y para mi…
Horacio: Un whisky doble en las rocas con poco hielo.
René: Exacto Horacio, gracias.
Horacio: Para servirle, señor.
(René sigue a Edith a la sala. Edith camina alrededor viendo la decoración, las fotos, los cuadros y se detiene en el ventanal –viendo hacia el público- René llega detrás de ella. Pasa una charola y la mete al horno. Sirve el vaso de agua y el whisky en las rocas, y descorcha el vino, sin perder atención a lo que ocurre en la sala)
René: Edith, ¿ocurre algo?, te noto rara desde que llegaste.
Edith: No, nada…bueno sí, la verdad sí.
René: ¿Qué pasa cariño?
Edith: Todo
René: ¿Qué es todo?
(Horacio llega a espaldas de los dos con una charola con el vaso de agua y el whisky en las rocas)
Horacio: Dejo los vasos y en la mesa, señor. Usted me avisa si se le ofrece algo más.
René: Gracias Horacio, yo te aviso.
(Horacio sale de escena por la izquierda)
René: ¿Qué es todo cariño?
Edith: Esto. Yo, tú, aquí, en tu casa, la casa de tu esposa, aprovechando que ella salió de viaje a ver a su tía enferma, este vestido, tu tan arreglado… me hace sentir mal…
René: Mal ¿cómo?
Edith: Mal, sucia, como una de esas…
René: De esas ¿Cuáles?
Edith: De esas… de esas roba-maridos, destroza hogares. Me siento como si fuera una cualquiera. Y yo no soy así. Yo no tenía pensado enamorarme de un hombre mayor que yo, y mucho menos casado.
(René conduce a Edith a la sala, ambos se sientan en sillones separados pero cercanos)
René: Tranquila cariño. No te pongas así. Yo tampoco lo tenía planeado. Pero llegaste justo en ese momento en que sentía que mi mundo se venía encima, en que mi matrimonio empezó a destruirse, en que Martha empezó a alejarme de su lado. No fuiste tú, y lo sabes. Mi matrimonio ya venía mal desde hace tiempo. Y sí, imagino que ha de ser difícil para ti, como lo es para mi. Yo, un ruquito a lado de una joven tan hermosa como tú.
Edith: No eres un ruquito.
René: Tú misma lo dijiste “un hombre mayor que tú y casado”
Edith: No era lo que intentaba decir.
René: Lo entiendo. Y créeme que me encantaría haberte conocido en otras circunstancias, quizá después de haberme divorciado, por ejemplo, y poder prepararte de cenar en otro lugar que no fuera aquí, en esta “casa de mi esposa”, como tú la llamas.
Edith: ¿En serio, amor?
René: Por supuesto cariño. (Abrazando a Edith, sin que ella lo note, hace una seña a Horacio para que se acerque)
Horacio: ¿Sirvo el vino?, señor.
René: Sí Horacio, por favor. (René prepara una galleta con caviar y se la da a comer a Edith) Prueba, está delicioso.
Edith: ¿Qué es?
René: Es caviar
Edith: No puedo…
René: ¿Por qué, no te gusta el caviar?
Edith: No, no me refiero al caviar… Perdón René, no puedo, no aquí…
René: ¿Quieres que vayamos a otro lado?
Edith: No René, en verdad discúlpame. (Se pone de pie al igual que René, le da un beso, se apresura a la puerta, René la sigue, Horacio le tiende su abrigo) Discúlpame.
René: No te vayas, espera.
Edith: No puedo. (Le da un beso, Edith sale del departamento)
(Vuelven de la puerta René y Horacio. Horacio caminando atrás de René hace sonido de trompeta de derrota)