"No se si exista un siempre, pero si existe y llega, espero que nos encuentre juntos"

miércoles, 13 de agosto de 2008

Reescribiendome 12


Andrea estaba muy emocionada, no quería dormirse, deseaba prolongar lo más posible aquella noche y revivir mil y un veces más toda aquella velada: las palabras, las sonrisas, el sonrojamiento de Ricardo ante su sutil coquetería. Pensó en marcarle, pero se arrepintió, no quería darle una muestra tan obvia de cuanto le gustaba. Ricardo por su parte, tampoco podía dormir, se puso a recordar los momentos con las dos mujeres que en ese momento llenaban sus pensamientos: el fin de semana con Mariana, el vuelo a Nueva York a lado de Andrea, el intento de cena con Mariana, la noticia de su traslado, su fundada molestia, su regreso al hotel, la voz de Andrea llamándole, la imagen que pudo ver por el rabillo del ojo de Mariana al abrirse las puertas del ascensor y que desaparecía segundos antes de que él se volteara para encontrarse con Andrea. “¿Será posible que la alucinación que mi soledad y mi tristeza crearon de Mariana aquel fin de semana, sea tan igual y tan distinta a ella?, ¿será que mientras que la amé nunca acepté del todo quien era?, ¿me habrá aceptado ella a mí?, ¿aceptaré a Andrea o llegaré a alucinarla diferente?” tantos pensamientos, tantas preguntas sin respuesta acabaron por derribarle en la cama en donde durmió soñando con sus dos mujeres.

A la mañana siguiente Andrea se despertó pasadas las diez de la mañana. Aprovecho para desayunar con sus padres, para después pasar toda la mañana de compras, intentando encontrar un conjunto para su cita de esa tarde con Ricardo. Tras visitar varias tiendas, se decidió por un vestido rojo, muy clásico en el corte, una bolsa negra y unas zapatillas del mismo color, lo que la hacía ver mayor. Esa era su intención, poder demostrarle a Ricardo que ella no era ya una niña, y que podía comportarse como una mujer como aquella que ella pensaba que él deseaba. Tras llegar a su hotel y cambiarse de ropa, Andrea abordó el auto que la llevaría hasta el hotel de Ricardo.

Como era normal en Ricardo, se despertó a las 5 de la mañana, fue al gimnasio del hotel, luego de la caminadora, aprovechó para pasar un rato en el vapor, después un buen baño. Ya vestido y arreglado se sentó por varios minutos enfrente de su computadora y revisó los puntos a tratar en las reuniones de aquel día. La operación que estaba asesorando era sumamente delicada. La mañana fue agitada y agotadora, pero eran precisamente esa clase de asuntos por los que Ricardo había decidido volverse abogado corporativo. Al finalizar la última reunión, regresó a su hotel en donde se dio otro buen regaderazo, y decidió vestirse aquella tarde un poco informal. Pensó para sí “Andrea es muy joven, y no puedo salir vestido tan formal, yo la aceptó a ella como es, tan sólo espero que ella llegue a aceptarme”, antes de decidir vestirse con unos caquis, unos mocasines informales, cinturón tejido en color azul marino, camisa blanca de lino y blazer azul. Salió entusiasmado de su habitación, como un colegial, abordó el elevador, y bajo hasta el lobby para encontrarse con Andrea. Al abrirse las puertas del ascensor Ricardo tuvo frente a sí a una Andrea, con un look que parecía sacado de alguna película de Audrey Hepburn; y Andrea tenía enfrente a un Ricardo que lucía muy atractivo pero con un aire demasiado informal y casual para la personalidad que Ricardo siempre trataba de mostrar.. Ambos rieron al ver que cada uno, a su propia manera y circunstancia, había tratado de vestirse de forma que encantara al otro, rompiendo incluso con sus propias personalidades.

- Te ves bellísima Andrea
- Gracias, tú luces por demás atractivo
- Gracias, aun que siento que te ves muy formal para tu estilo
- Ja ja ja Lo mismo iba a decir respecto a ti
- Disculpa, intenté vestirme un poco menos formal
- Disculpa aceptada, yo traté de vestirme más a lo que pensé que te gustaría a ti en una mujer…
- Te lo agradezco infinitamente, aun que tú, con tu estilo, me gustas mucho. Además que así me haces sentir mucho más grande de lo que soy. Ese estilo estaría bien para mi madre, es muy Breakfast at Tiffanys…
- Ay, discúlpame Ricardo, pero como las películas de las que hablas son de esa época, preferí pensar que eres contemporáneo de mi papá, pero bien cuidado, a pensar que eres doce años mayor que yo pero más…
- ¿Estás insinuando que estoy acabado?
- No acabado, tan sólo que tal vez has recibido poco mantenimiento jiji

Las bromas y las risas siguieron hasta llegar a aquel pequeño restaurante en donde comieron pasta, ensalada y vino tinto, al son de las guitarras que sonaban en aquel lugar, creando de ese momento el ideal para que naciera en los labios de ella el beso con el que los labios de él volvieron a vivir.

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